lunes, 31 de marzo de 2014

ENSAYO SOBRE LA NECESIDAD DE UNA FEDERACIÓN GENERAL ENTRE LOS ESTADOS HISPANO-AMERICANOS, por Bernardo Monteagudo (Digitalizado y publicado por "conjeturando.blogspot.com.ar" del 29-01-2011)

 

 

Publicado en el blog de Osvaldo Drozd con el título de:

"Monteagudo ya planteaba la necesidad de la integración sudamericana"

ENSAYO SOBRE LA NECESIDAD DE UNA FEDERACIÓN GENERAL ENTRE LOS ESTADOS HISPANO-AMERICANOS Y PLAN DE SU ORGANIZACIÓN- Bernardo de Monteagudo- Lima 1823

"Cada siglo lleva en sí el germen de los sucesos que van a desenvolverse en el que sigue. Cada época extraordinaria, así en la naturaleza como en el orden social, anuncia una inmediata de fenómenos raros y de combinaciones prodigiosas. La revolución del mundo americano ha sido el desarrollo de las ideas del siglo XVIII y nuestro triunfo no es sino el eco de los rayos que han caído sobre los tronos, que desde la Europa dominaban el resto de la Tierra.

La independencia que hemos adquirido es un acontecimiento que, cambiando nuestro modo de ser y de existir en el universo, cancela todas las obligaciones que nos había dictado el espíritu del siglo XV y nos señala las nuevas relaciones en que vamos a entrar, los pactos de honor que debemos contraer y los principios que es preciso seguir para establecer sobre ellos el derecho público que rija en lo sucesivo los estados independientes, cuya federación es el objeto de este ensayo y el término en que coinciden los deseos de orden y las esperanzas de libertad.

Ningún designio ha sido más antiguo entre los que han dirigido los negocios públicos, durante la revolución, que formar una liga general contra el común enemigo y llenar con la unión de todos, el vacío que encontraba cada uno en sus propios recursos. Pero la inmensa distancia que separa las secciones que hoy son independientes y las dificultades de todo género que se presentaban para entablar comunicaciones y combinar planes importantes entre nuestros gobiernos provisorios, alejaban cada día más la esperanza de realizar el proyecto de la federación general. Hasta los últimos años se ignoraba en las secciones que se hallan al sur del Ecuador lo que pasaba en las del Norte, mientras no se recibían noticias indirectas por la vía de Inglaterra o de los Estados Unidos. Cada desgracia que sufrían nuestros ejércitos hacía sentir infructuosamente la necesidad de estar todos ligados. Pero los obstáculos eran por entonces superiores a esa misma necesidad.

El examen de sus primeros intereses hará ver si merece una grande preferencia de atención o si ésta es de aquellas empresas que inventa el poder para excusar las hostilidades del fuerte contra el débil, o justificar las coaliciones que se forman con el fin de hacer retrogradar los pueblos.

Independencia, paz y garantías, estos son los intereses eminentemente nacionales de las repúblicas que acaban de nacer en el Nuevo Mundo. Cada uno de ellos exige la formación de un sistema político, que supone la preexistencia de una asamblea o congreso donde se combinen las ideas y se admitan los principios que deben constituir aquel sistema y servirle de apoyo.

La independencia es el primer interés del Nuevo Mundo. Sacudir el yugo de la España, borrar hasta los vestigios de su dominación y no admitir otra alguna, son empresas que exigen y exigirán, por mucho tiempo, la acumulación de todos nuestros recursos y la uniformidad en el impulso que se le dé. Es verdad que en Ayacucho ha terminado la guerra continental contra la España; y que, de todo un mundo en que no se veían flamear sino los estandartes que trasplantaron consigo los Corteses, Pizarros, Almagros y Mendozas, apenas quedan tres puntos aislados donde se ven las armas de Castilla, no ya amenazando la seguridad del país, sino alimentando la cólera, y recordando las calamidades que por ellas han sufrido los pueblos.

San Juan de Ulua, el Callao y Chiloé son los últimos atrincheramientos del español. Los dos primeros tardarán poco en rendirse, de grado o por fuerza a las armas de la libertad. El archipiélago de Chiloé, aunque requiere combinar más fuerzas y aprovechar los pocos meses que aquel clima permite emprender operaciones militares, seguirá en todo este año, la suerte del continente a que pertenece.

Sin embargo, la venganza vive en el corazón de los españoles. El odio que nos profesan aún no ha sido vencido. Y, aunque no les queda fuerza de que disponer contra nosotros, conservan pretensiones a que dan el nombre de derechos para implorar en su favor los auxilios de la Santa Alianza, dispuesta a prodigarlos a cualquiera que aspire a usurpar los derechos de los pueblos que son exclusivamente legítimos.

Al contemplar el aumento progresivo de nuestras fuerzas, la energía y recursos que ha desplegado cada república en la guerra de la revolución, el orgullo que ha dado la victoria a los libertadores de la patria, es fácil persuadirse que, si en la infancia de nuestro ser político, hemos triunfado aislados, de los ejércitos españoles superiores en fuerza y disciplina, con mayor razón podemos esperar el vencimiento, cuando poseemos la totalidad de los recursos del país, y después que los campos de batalla, que son la escuela de la victoria, han estado abiertos a nuestros guerreros por más de catorce años. Mas también es necesario reflexionar que si hasta aquí nuestra lucha ha sido con una nación impotente, desacreditada y enferma de anarquía, el peligro que nos amenaza es entrar en contienda con la Santa Alianza que, al calcular las fuerzas necesarias para restablecer la legitimidad de los Estados hispanoamericanos, tendrá bien presentes las circunstancias en que nos hallamos y de lo que somos hoy capaces.

Dos cuestiones ofrece este negocio cuyo rápido examen acabará de fijar nuestras ideas: la probabilidad de una nueva contienda y la masa de poder que puede emplearse contra nosotros en tal caso. Aun prescindiendo de los continuos rumores de hostilidad, y de los datos casi oficiales que tenemos para conocer las miras de la Santa Alianza con respecto a la organización política del Nuevo Mundo, hay un fuerte argumento de analogía que nace de la marcha invariable que han seguido los gabinetes del norte de Europa en los negocios del Mediodía. El restablecimiento de la legitimidad, voz que, en su sentido práctico, no significa sino fuerza y poder absoluto, ha sido el fin que se han propuesto los aliados. Su interés es el mismo en Europa y en América. Y si en Nápoles y España no ha bastado la sombra del trono para preservar de la invasión a ambos territorios, la fuerza de nuestros gobiernos no será ciertamente la mejor garantía contra el sistema de la Santa Alianza.

En cuanto a la masa del poder que se empleará contra nosotros en tal caso, ella será proporcionada a la extensión del influjo que tengan las cortes de San Petersburgo, Berlín, Viena y París. Y no es prudente dudar que le sobran elementos para emprender la reconquista de América, no ya en favor de la España, que nunca recobrará sus antiguas posesiones, sino en favor del principio de la legitimidad, de ese talismán moderno que hoy sirve de divisa a los que condenan la soberanía de los pueblos, como el colmo de libertinaje en política.

Es verdad que el primer buque que zarpase de los puertos de Europa contra la libertad del Nuevo Mundo, daría la señal de alarma a todos los que forman el partido liberal en ambos hemisferios. La Gran Bretaña y los Estados Unidos tomarían el lugar que les corresponde en esta contienda universal: la opinión, esa nueva potencia que hoy preside los destinos de las naciones, estrecharía su alianza con nosotros y la victoria, después de favorecer alternativamente a ambos partidos, se decidiría por el de la justicia y obligaría a los sectarios del poder absoluto a buscar su salvación en el sistema representativo.

Entre tanto no debemos disimular que todas nuestras nuevas repúblicas en general, y particularmente algunas de ellas, experimentarían en la contienda inmensos peligros que ni hoy es fácil prever, ni lo sería quizá entonces evitar, si faltase la uniformidad de acción y voluntad que supone un convenio celebrado de antemano, y una asamblea que le amplíe o modifique según las circunstancias. Es preciso no olvidar que, en el caso a que nos contraemos, la vanguardia de la Santa Alianza se compondría de la seducción y de la intriga, tanto más temibles para nosotros, cuanto es mayor la herencia de preocupaciones y de vicios que nos ha dejado la España. Es preciso no olvidar que aún nos hallamos en un estado de ignorancia, que podría llamarse feliz si no fuese perjudicial algunas veces, de esos artificios políticos y de esas maniobras insidiosas que hacen marchar a los pueblos de precipicio en precipicio con la misma confianza que si caminasen por un terreno unido. Es preciso no olvidar, en fin, que todos los hábitos de la esclavitud son inveterados entre nosotros; y que los de la libertad empiezan apenas a formarse por la repetición de los experimentos políticos que han hecho nuestros gobiernos y de algunas lecciones útiles que hemos recibido en la escuela de la adversidad.

Esta rápida encadenación de escollos y peligros muestra la necesidad de formar una liga americana bajo el plan que se indicó al principio. Toda la previsión humana no alcanza a penetrar los accidentes y vicisitudes que sufrirán nuestras repúblicas hasta que se consolide su existencia. Entre tanto las consecuencias de una campaña desgraciada, los efectos de algún tratado concluido en Europa entre los poderes que mantienen el equilibrio actual, algunos trastornos domésticos y la mutación de principios que es consiguiente, podrán favorecer las pretensiones del partido de la legitimidad, si no tomamos con tiempo una actividad uniforme de resistencia; y si no nos apresuramos a concluir un verdadero pacto, que podemos llamar de familia, que garantice nuestra independencia, tanto en masa como en el detalle.

Esta obra pertenece a un congreso de plenipotenciarios de cada Estado que arreglen el contingente de tropas y la cantidad de subsidios que deben prestar los confederados en caso necesario. Cuanto más se piensa en las inmensas distancias que nos separan, en la gran demora que sufriría cualquiera combinación que importase el interés común, y que exigiese el sufragio simultáneo de los gobiernos del Río de la Plata y de Méjico, de Chile y de Colombia, del Perú y de Guatemala, tanto más se toca la necesidad de un Congreso que sea el depositario de toda la fuerza y voluntad de los confederados; y que pueda emplear ambas, sin demora, dondequiera que la independencia esté en peligro.

Nuestros tratados del 6 de junio de 1822 y de 3 de octubre de 1823, participan del espíritu de la cuádruple alianza de Chaumont y del tratado dé París de 30 de mayo de 1814. Ambos contienen el pacto de una alianza ofensiva y defensiva; detallan subsidios y anuncian la determinación de continuar la guerra hasta destruir el poder español, así como los aliados de Chaumont se ligaron para destruir a Napoleón. También abrazan el convenio de celebrar una asamblea hispanoamericana, que nos sirva de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos y de conciliador de nuestras diferencias, guardando en todo esto una fuerte analogía con las estipulaciones de la paz de 30 de mayo.

Nos falta sólo insistir en una observación acerca del Congreso de Viena. Él se celebró después de la paz de París en el centro, por decirlo así, de la Europa, donde siendo tan fáciles y frecuentes las correspondencias diplomáticas, podría creerse menos necesaria su reunión con objetos que, a pesar de su importancia, podían arreglarse por medio de los mismos embajadores que residen en cada corte. Al contrario, la asamblea hispanoamericana de que se trata, debe reunirse para terminar la guerra con la España: para consolidar la independencia y nada menos que para hacer frente a la tremenda masa con que nos amenaza la Santa Alianza. Debe reunirse en el punto que convengan las partes contratantes, para que las conferencias diarias de sus plenipotenciarios anulen las grandes distancias que separan a sus gobiernos respectivos. Debe, en fin, reunirse, porque los objetos que ocuparán su atención, exigirán deliberaciones simultáneas que no pueden adoptarse sino por una asamblea de ministros cuyos poderes e instrucciones estén llenas de previsión y de sabiduría.

El segundo interés eminentemente nacional de nuestras nuevas repúblicas es la paz en el triple sentido que abraza a las naciones que no tengan parte en esta liga, a los confederados por ellas y a las mismas naciones relativamente al equilibrio de las fuerzas. En los tres casos, sin atribuir a la asamblea ninguna autoridad coercitiva que degradaría su institución, con todo podemos asegurar que al menos en los diez primeros años contados desde el reconocimiento de nuestra independencia, la dirección en grande de la política interior y exterior de la confederación debe estar a cargo de la asamblea de sus plenipotenciarios, para que ni se altere la paz, ni se compre su conservación con sacrificio de las bases o intereses del sistema americano, aunque en la apariencia se consulten las ventajas peculiares de alguno de los confederados.

Sólo aquella misma asamblea podrá también con su influjo y empleando el ascendiente de sus augustos consejos mitigar los ímpetus del espíritu de localidad que en los primeros años será tan activo como funesto. La nueva interrupción de la paz y buena armonía entre las repúblicas hispano-americanas causaría una conflagración continental a que nadie podría substraerse por más que las distancias favoreciesen al principio la neutralidad. Existen entre las repúblicas hispanoamericanas, afinidades políticas creadas por la revolución, que unidas a otras analogías morales y semejanzas físicas, hacen que la tempestad que sufre, o el movimiento que recibe alguna de ellas, se comunique a las demás, así como en las montañas que se hallan inmediatas, se repite sucesivamente el eco del rayo que ha herido alguna de ellas.

Esta observación es aplicable, no sólo a los males de la guerra de una república con otra sino a los que trae consigo la pérdida del equilibrio de las fuerzas de cada asociación, causa única de los movimientos convulsivos que padece el cuerpo político. No es decir que alcance el influjo de la asamblea ni el de ningún poder humano a prevenir las enfermedades a que él está sujeto. Pero desechar por esto uno de los mejores remedios que se ofrecen sería lo mismo que condenar la medicina, sólo porque hay dolencias que ella no alcanza a curar radicalmente. No es, pues, dudable que la interposición de la asamblea en favor de la tranquilidad interior, las medidas indirectas y en fin todo el poder de la confederación dirigido a su restablecimiento, serán la tabla en que salvemos de este naufragio que podría hacerse universal, porque una vez subvertido el orden, el peligro corre hasta los extremos.

Debemos examinar, por conclusión, el género de garantías que necesitamos, y las probabilidades que tenemos de encontrarlas todas en la asamblea hispanoamericana, que en este nuevo respecto será tan ventajosa para nuestros gobiernos, como lo fue el congreso de Viena para las monarquías del Viejo Mundo.
Cada uno de nuestros gobiernos ha adquirido, durante la contienda gloriosa que hemos sostenido contra la España, derechos incontestables a la consideración de las autoridades que rigen el género humano, bajo las varias formas que se han adoptado en los países civilizados. La resolución intrépida de ser libres, el valor en los combates y la constancia en más de catorce años de peligros, han hecho familiares en todo el mundo los nombres de pueblos y ciudades de América, que antes sólo eran conocidos de los mejores geógrafos. Naturalmente se interesó al principio la curiosidad y por grados se ha fijado la atención en nuestros negocios.

El comercio ha encontrado nuevos mercados, el buen éxito de sus especulaciones ha revelado a los gabinetes de Europa grandes secretos para aumentar su respectivo poder, aumentando sus riquezas; todo ha contribuido a encarecer la importancia política de nuestras repúblicas; y los mismos partidos en que está dividida la Europa acerca de nuestra independencia, hacen más célebres los gobiernos en que se ha dividido el Nuevo Mundo, al sacudir el yugo que le oprimía.

Los grados de respeto, de crédito y poder que se acumularán en la asamblea de nuestros plenipotenciarios formarán una solemne garantía de nuestra independencia territorial y de la paz interna. Al emprender, en cualquier parte del globo, la subyugación de las repúblicas hispano-americanas tendrá que calcular el que dirija esta empresa, no sólo las fuerzas marítimas y terrestres de la sección a que se dirige, sino las de toda la masa de los confederados, a los cuales se unirán probablemente, la Gran Bretaña y los Estados Unidos; tendrán que calcular, no sólo el cúmulo de intereses europeos y americanos que va a violar en el Perú, en Colombia o en Méjico, sino que en todos los Estados septentrionales y meridionales de América, hasta donde se extiende la liga por la libertad; tendrá que calcular el entusiasmo de los pueblos invadidos, la fuerza de sus pasiones y los recursos del despecho a más de los obstáculos que opone la distancia de ambos hemisferios, el clima de nuestras costas, las escabrosas elevaciones de los Andes y los desiertos que en todas direcciones interrumpen la superficie habitable de esta tierra.

La paz interna de la confederación quedará igualmente garantida desde que exista una asamblea en que los intereses aislados de cada confederado se examinen con el mismo celo e imparcialidad que los dé la liga entera. No hay sino un secreto para hacer sobrevivir las instituciones sociales a las vicisitudes que las rodean; inspirar confianza y sostenerlas. Las leyes caen en el olvido y desaparecen los gobiernos, luego que los pueblos reflexionan que su confianza no es ya sino la teoría de sus deseos. Mas la reunión de los hombres más eminentes por su patriotismo y luces, las relaciones directas que mantendrán con sus respectivos gobiernos y los efectos benéficos de un sistema dirigido por aquella asamblea, mantendrán la confianza que inspira la idea solemne de un congreso convocado bajo los auspicios de la libertad, para formar una liga en favor de ella.

Entre las causas que pueden perturbar la paz y amistad de los confederados, ninguna más obvia que la que resulta de la falta de reglas y principios que formen nuestro derecho público. Cada día ocurrirán grandes cuestiones sobre los derechos y deberes recíprocos de estas nuevas repúblicas. Los progresos del comercio, y de la navegación, el aumento del cultivo en las fronteras, y el resto de leyes y de formas góticas que nos quedan, exigirán repetidos tratados: y de éstos nacerán dudas que servirán para evadirlos, si al menos en los primeros años la confianza en la imparcialidad de aquella asamblea no fuese la garantía general de todas las convenciones diplomáticas a que diese lugar el desenlace progresivo de nuestras necesidades.

Independencia, paz y garantías: éstos son los grandes resultados que debemos esperar de la asamblea continental, según se ha manifestado rápidamente en este ensayo. De las seis secciones políticas en que está actualmente dividida la América llamada antes española, las dos tercias partes han votado ya en favor de la liga republicana. Méjico, Colombia y el Perú han concluido tratados especiales sobre este objeto. Y sabemos que las Provincias Unidas del Centro de América han dado instrucciones a su plenipotenciario cerca de Colombia y el Perú para acceder a aquella liga. Desde el mes de marzo de 1822, se publicó en Guatemala en el Amigo de la Patria, un artículo sobre este plan, escrito con todo el fuego y elevación que caracterizan a su ilustrado autor el señor Valle. Su idea madre es la misma que ahora nos ocupa: formar un foco de luz que ilumine a la América: crear un poder que una las fuerzas de catorce millones de individuos: estrechar las relaciones de los americanos, uniéndolos por el gran lazo de un congreso común, para que aprendan a identificar sus intereses y formar a la letra una sola familia. Tenemos fundadas razones para creer que las secciones de Chile y el Río de la Plata deferirán también al consejo de sus intereses; entrando en el sistema de la mayoría, como el único capaz de dar a la América, que por desgracia se llamó antes española, independencia, paz y garantías."

por Bernardo de Monteagudo, Lima, 1823

Digitalizado por Osvaldo Drozd en 2011

Publicado en:
http://conjeturando.blogspot.com.ar/2011/01/monteagudo-ya-planteaba-la-necesidad-de.html

Bernardo de Monteagudo, un intelectual orgánico, por Osvaldo Drozd (para "conjeturas.blogspot.com.ar" del 20-01-09)





Por
Osvaldo Drozd

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En la escuela nos enseñaron que nuestros próceres eran tipos abnegadas, valientes y honrados, y que ellos habían luchado por la emancipación americana de la corona española, pero tal vez lo más significativo de todo ello es lo que nunca aprendimos.
Bernardo de Monteagudo, nacido en Tucumán en 1789 y asesinado en Lima en 1825 fue uno de los íconos más sobresaliente de la intelectualidad sudamericana que se iría a transformar en un verdadero cuadro revolucionario. Monteagudo fue un jacobino, es decir un militante orgánico, que respondía a una organización de vanguardia.
El 25 de mayo de 1809 encabezó la rebelión de Chuquisaca, la más célebre de la gesta emancipatoria. Luego activó en Buenos Aires hasta el momento en que bajo el mando militar de José de San Martín fuera parte de las luchas por las independencias de Chile y del Perú. Fue auditor del Ejercito de los Andes y redactor de la Declaración de la Independencia Chilena. Tras la independencia del Perú, Monteagudo pasó a ser Ministro de Guerra y Marina y, más tarde, de Gobierno y Relaciones Exteriores de aquella nación liberada.
Por aquel entonces también fue colaborador de Simón Bolívar.
Monteagudo fue un verdadero ideólogo de la emancipación sudamericana, un intelectual orgánico, que nos dejó gran cantidad de escritos.
En su memoria a casi 200 años de Chuquisaca, les voy a dejar un artículo publicado en la Gaceta de Buenos Aires el 14 de febrero de 1812.

LIBERTAD- Bernardo de Monteagudo (1812)

La LIBERTAD no es sino una propiedad inalienable e imprescriptible que goza todo hombre para discurrir, hablar y poner en obra lo que no perjudica a los derechos de otro ni se opone a la justicia, que se debe a sí mismo. Esta ley santa derivada del consejo eterno no tiene otra restricción que las necesidades del hombre y su propio interés: ambos le inspiran el respeto a los derechos de otro, para que no sean violados los suyos: ambos le dictan las obligaciones a que está ligado para con su individuo y de cuya observancia pende la verdadera LIBERTAD. Ninguno es libre si sofoca el principio activo y determinante de esa innata disposición; ninguno es libre si defrauda la LIBERTAD de sus semejantes, atropellando sus derechos: en una palabra, ninguno es libre si es injusto. Bien examinadas las necesidades del hombre se verá que todos sus deberes resultan de ellas y se dirigen a satisfacerlas o disminuirlas; y por consiguiente nunca es más libre que cuando limita por reflexión su propia LIBERTAD, mejor diré, cuando usa de ella. ¿Y podrá decirse que usa de su razón el que la contradice y se desvía de su impulso? de ningún modo. ¿Podrá decirse que usa de ella el que por seguir un capricho instantáneo se priva de satisfacer una necesidad verdadera? tampoco: pues lo mismo digo de la LIBERTAD que no es sino el ejercicio de la razón misma: aquélla se extiende por su naturaleza a todo lo que ésta alcanza, y así como la razón no conoce otros límites que lo que es imposible, bien sea por una repugnancia moral o por una contradicción física, de igual modo la LIBERTAD.sólo tiene por término lo que es capaz de destruirla o lo que .excede la esfera de lo posible. No hablo aquí de la LIBERTAD natural que ya no existe ni de ese derecho limitado que tiene el hombre a cuanto le agrada en el estado salvaje: trato sí de la LIBERTAD civil, que adquirió por sus convenciones sociales y que hablando con exactitud es en realidad más amplia que la primera. No es extraño: las fuerzas del individuo son el término de la LIBERTAD natural, y la razón nivelada por la voluntad general señala el espacio a que se extiende la LIBERTAD civil. Yo sería sin duda menos libre si en circunstancias fundase mis pretensiones en el débil recurso de mis fuerzas: cualquier hombre más robusto que yo frustraría mi justicia, y el doble vigor de sus brazos fácilmente eludiría mis más racionales esperanzas: yo no tendría propiedad segura y mi posesión sería tan precaria como el título que la fundaba. Por el contrario: mi LIBERTAD actual es tanto más firme y absoluta, cuando ella se funda en una convención recíproca que me pone a cubierto de toda violencia: sé que ningún hombre podrá atentar impunemente este derecho, porque en su misma infracción encontraría la pena de su temeridad, y desde entonces dejaría de ser libre, pues la sujeción a un impulso contrario al orden es esclavitud, y sólo el que obedece a las leyes que se prescriben en una justa convención goza de verdadera LIBERTAD. Todo derecho produce una obligación esencialmente anexa a su principio, y la existencia de ambos es de tal modo individual, que violada la obligación se destruye el derecho. Yo soy libre, sí, tengo derecho a serlo; pero también lo son todos mis semejantes, y por un deber convencional ellos respetarán mi LIBERTAD, mientras yo respete la suya: de lo contrario falto a mi primera obligación que es conservar ese derecho, pues violando el ajeno consiento en la violación del mío. Aun digo más, yo empiezo a dejar de ser libre si veo con indiferencia que un perverso oprime o se dispone a tiranizar al más infeliz de mis conciudadanos: su opresión reclama mis esfuerzos; e insensiblemente abro una brecha a mi LIBERTAD si permito, que quede impune la violencia que padece. Luego que su opresor triunfe por la primera vez él se acostumbrará a la usurpación; con el tiempo formará un sistema de tiranía y sobre las ruinas de la LIBERTAD pública elevará un altar terrible, delante del cual vendrán a postrar la rodilla cuantos hayan recibido de sus manos las cadenas. Americanos en vano declamaréis contra la tiranía si contribuís o toleráis la opresión y servidumbre de los que tienen igual derecho que nosotros: sabed que no es menos tirano el que usurpa la soberanía de un pueblo que el que defrauda los derechos de un solo hombre: el que quiere restringir las opiniones racionales de otro, el que quiere limitar el ejercicio de las facultades físicas o morales que goza todo ser animado, el que quiere sofocar el derecho que a cada uno le asiste de pedir lo que es conforme a sus intereses, de facilitar el alivio de sus necesidades, de disfrutar los encantos y ventajas que la naturaleza despliega a sus ojos; el que quiere en fin degradar, abatir y aislar a sus semejantes, es un tirano. Todos los hombres son igualmente libres: el nacimiento o la fortuna, la procedencia o el domicilio, el rango del magistrado o la última esfera del pueblo no inducen la más pequeña diferencia en los derechos y prerrogativas civiles de los miembros que lo componen. Si alguno cree que_ porque preside la suerte de los demás, o porque ciñe la espada que el Estado le confió para su defensa, goza mayor LIBERTAD que el resto de los hombres, se engaña mucho, y este solo delirio es un atentado contra el pacto social. El activo labrador, el industrioso comerciante, el sedentario artista, el togado, el funcionario público, en fin, el que dicta la ley, y el que la consiente o sanciona con su sufragio, todos gozan de igual derecho, sin que haya la diferencia de un solo ápice moral: todos tienen por término de su independencia la voluntad general y su razón individual: el que lo traspasa un punto ya no es libre, y desde que se erige en tirano de otro, se hace esclavo de sí mismo. Desengañémonos: nuestra LIBERTAD jamás tendrá una: base sólida si alguna vez perdemos de vista ese gran principio de la naturaleza, que es como el germen de toda la moral: jamás hagas a otro lo que no quieras que hagan contigo. Si yo no quiero ser defraudado en mis derechos tampoco debo usurpar los de otro: la misma LIBERTAD que tengo para elegir una forma de gobierno y repudiar otra, la tiene aquel a quien trato de persuadir mi opinión si ella es justa, me da derecho a esperar que será admitida: pero la equidad me prohíbe el tiranizar a nadie. Por la misma razón yo me pregunto ¿qué pueblo tiene derecho a dictar la constitución de otro? Si todos son libres, ¿podrán sin una convención expresa y legal recibir su destino del que presuma más fuerte? ¿Habrá alguno que pueda erigirse en tutor del que reclama su mayoridad, y acaba de quejarse ante el tribunal de la razón del injusto pupilaje a que la fuerza lo había reducido? Los pueblos no conocen sus derechos: la ignorancia los precipitaría en mil errores, ¿y yo tengo derecho a abusar de su ignorancia y eludir su LIBERTAD a pretexto de que no la conocen? No. por cierto. Yo conjuro a todos los directores de la opinión, que jamás pierdan de vista los argumentos con que nosotros mismos impugnamos justamente la conducta del gobierno español con respecto a la América. Toda constitución que no lleve el sello de la voluntad general, es injusta y tiránica: no hay razón, no hay pretexto, no hay circunstancia que la autorice. Los pueblos son libres, y jamás errarán si no se les corrompe o violenta. Tengo derecho a decir, lo que pienso, y llegaré por grados a publicar lo que siento. Ojala contribuya en un ápice a la felicidad de mis semejantes, a esto se dirigen mis deseos, y yo estoy obligado a apurar mis esfuerzos. Juro por la patria, que nunca seré cómplice con mi silencio en el menor acto de tiranía, aun cuando la pusilanimidad reprenda mis discursos, y los condene la adulación. Si alguna vez me aparto de estos principios, es justo que caiga sobre mí la execración de todas las almas sensibles; y si mi celo desvía mi corazón, ruego a los que se honran con el nombre de patriotas, acrediten que aman la causa pública y, no que aborrecen a los que se desvelan por ella.

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EL TRIUNFO DE SANTOS ESTÁ VERDE, por Emiliano Guido (para "Miradas al Sur" del 23-03-14)

Miradas al Sur. Año 7. Edición número 305. Domingo 23 de Marzo de 2014


Colombia. A dos meses de las elecciones presidenciales, una inesperada arremetida en las encuestas del candidato por Alianza Verde, Enrique Peñalosa, pone en jaque la reelección del primer mandatario colombiano. 

Al Jefe de Estado colombiano, Juan Manuel Santos, la última encuesta importante sobre la intención de voto para los comicios presidenciales del 25 de mayo le cayó en su estomago peor que una declaración picante de su archirrival Álvaro Uribe contra su persona o que un desentendimiento de la guerrilla Farc con el proceso de paz desarrollado en La Habana. Ninguno de los asesores del bunker oficialista había estimado que el candidato por la Alianza Verde, el ex Alcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, iba a medir mejor en los sondeos que el primer mandatario en una hipotética instancia de ballottage. Hasta el momento, el Palacio Nariño tenía enfocada su campaña en promocionar como principal capital político de la gestión gubernamental el histórico diálogo emprendido con los herederos del comandante Tirofijo. Una inesperada y arriesgada decisión de Santos –sorpresiva por su rol como ex ministro de Defensa de Uribe– que, además de poder terminar con el longevo conflicto armado doméstico, estaba colocando a Santos en una indiscutida pole position frente al resto de los dirigentes políticos que también ambicionan gobernar Colombia durante los próximos cuatro años.
Por otro lado, el santismo se siente descolocado por la arremetida verde en las simpatías de la opinión pública, ya que este nuevo escenario desbarata el plan original de polarizar la elección con la extrema derecha uribista. Por ejemplo, dos días antes de que la firma Datexco, en un trabajo encargado y divulgado por el influyente diario El Tiempo y la emisora radial La W, advirtiera que en una segunda vuelta electoral el 40,4% de los votos sería para el ex alcalde bogotano y el 37,1 para el actual mandatario, el presidente Santos otorgó una extensa entrevista a El Tiempo donde todos sus dardos estuvieron dirigidos al uribismo –luego de su buen desempeño en los recientes comicios legislativos– y, en ningún párrafo del reportaje, el primer mandatario se detuvo a criticar o a esmerilar el perfil de Peñalosa. “Ojalá que todos podamos ver el Mundial de fútbol tranquilos, sin necesidad de tener que meterle a los ciudadanos la presión de una segunda vuelta electoral”, intentó Santos mostrarse seguro de su victoria en la entrevista señalada. Horas después de su declaración, los fríos números de los encuestadores mostraban que, por el momento, su reelección aún está verde.
Pero, ¿quién es Enrique Peñalosa, la gran sorpresa de la campaña política caribeña? Según los medios colombianos, Peñalosa está posicionado en el electorado como el “mejor alcalde de Bogotá” de las últimas décadas. Prolijo y honesto en la gestión, innovador en las medidas para democratizar el espacio público, portavoz de un relato político centrista: conservador en el capítulo económico, progresista en el segmento social. En definitiva, un dirigente multiusos para contentar a los distintos nichos ideológicos de los sectores urbanos. Para la Alianza Verde, un partido que con su retórica ecologista y moderna intentó en los últimos años romper el histórico bipartidismo local protagonizado por Conservadores y Liberales, Peñalosa es su carta perfecta pero, para el oficialismo, es un dolor de cabeza porque su packashing político es demasiado parecido al nuevo envoltorio publicitario de Juan Manuel Santos.
“Uribe siempre quiso negociar con la guerrilla, pero fracasó. Y el clic ocurrió cuando avanzamos lo suficiente en la parte militar para poder concluir que las condiciones del diálogo estaban dadas. Ahora, para el ex presidente soy un traidor por buscar la paz con las Farc. Pero, se equivoca Uribe, mis banderas no son de izquierda ni derecha. Yo soy del extremo centro, de la tercera vía”, advierte Santos y busca mostrarse equidistante de todos en el amplio menú electoral local, condimentando por el sello neouribista Centro Democrático y por la histórica unidad de la izquierda, pactada días atrás entre el Polo Democrático –que gobierna Bogotá– y la Unión Patriótica –de aceitados vínculos con las Farc–. La oferta del presidente es interesante. Durante su administración, el jefe de Estado logró reescribir su historia y su ascenso en la política como mano derecha de Uribe ya es, prácticamente, parte del pasado para los cotidianos análisis de la prensa caribeña. Eso sí, autopromocionarse como la tercera posición nacional, ya sea utilizando o no las tesis defendidas por el ex primer ministro británico Tony Blair, también está incluido como uno de los sabores del plato político vendido por el políticamente correcto Enrique Peñalosa. “En las entrevistas, después de su victoria, ha declarado que no es antisantista ni antiuribista ni antipetrista (por Gustavo Petro, alcalde de Bogotá), sino pro Colombia. Ése es un posicionamiento electoral que a veces funciona y a veces no, pues se expone a que le critiquen como a Santos la obsesión de quedar bien con todo el mundo. A su favor, no obstante, está el hecho de que esa filosofía funciona más en las elecciones que en el gobierno”, interpretó, por ejemplo, el último jueves la revista Semana en un artículo titulado “Peñalosa resurge de las cenizas”.
Evidentemente, el candidato verde modificó los colores de una campaña electoral que, hasta su emergencia en los sondeos de opinión, venía siendo bastante gris. Ninguna de las fórmulas políticas instalaba ejes de debates interesantes o novedosos. Y si bien estaba descartado que el presidente Juan Manuel Santos pudiera ganar en primera vuelta –porque la ley electoral fija un techo alto del 50% más uno de los votos–, la perspectiva de su triunfo electoral era considerado como un hecho irreversible entre los analistas. “¿Por qué son las elecciones más aburridas de la historia colombiana?”, se había atrevido a titular, en ese sentido, el diario bogotano El Tiempo a principios de este mes. Recapitulando, el ex alcalde bogotano le puso clima de suspenso a los comicios de mayo pero eso no impide que el fulgor de su estrella tenga varios denominadores en común con el anterior candidato verde, el irreverente académico Antanas Mockus, cuya luz también encandiló a todos en la última compulsa electoral pero, finalmente, el día del comicio, su desempeño en las urnas fue opacado por el aparato electoral del actual jefe de Estado.
“¿Tendrá Enrique Peñalosa posibilidades de llegar a la segunda vuelta y poner en peligro la reelección de Juan Manuel Santos? No va a ser fácil. El antisantismo une a muchos pero no despierta el entusiasmo que despertó la ola verde de Mockus. Por ahora, Peñalosa se perfila más como un candidato viable que como un fenómeno electoral. Y si algo ha demostrado la historia reciente de Colombia es que los candidatos que sólo tienen opinión sin maquinaria nunca llegan a la cima. Peñalosa tiene opinión, pero prácticamente nada de maquinaria para la primera vuelta y muy poca si llega a la segunda”, aporta datos y traza paralelismos con la historia reciente del país el periodista colombiano León Valencia. Además, según Valencia, el primer mandatario colombiano aprovechó el tiempo de su gestión para lubricar la incidencia territorial de los jefes distritales que dependen del presupuesto decidido en la oficina más trascendente del Palacio Nariño. “Al respecto vale la pena recordar la experiencia de la última elección presidencial. Hasta los últimos días, Juan Manuel Santos y Antanas Mockus estaban empatados en las encuestas. Sin embargo, el primero tenía toda la maquinaria y el segundo prácticamente nada. En el momento de la votación, Santos obtuvo 9 millones de votos y Mockus apenas 3,5. El presidente hoy por hoy no es el hombre de los 9 millones de votos, pero Peñalosa tampoco es Mockus. La única constante es que Santos tiene todavía la maquinaria”, concluye el columnista de la revista Semana.
En ocho semanas se sabrá, finalmente, quién es el patrón de las urnas colombianas. Mientras tanto, la campaña cobra ritmo. Juan Manuel Santos intenta agigantar su figura como estadista y al proceso de diálogo abierto con las FARC amaga sumarle un bonus track pacifista de alcance regional. Concretamente, los medios oficialistas están dando a entender que el jefe de Estado promueve una mediación internacional de ex Jefes de Estado sudamericanos para interceder en la crisis política venezolana. Según la idea de Santos, los brasileños Luiz Inácio Lula Da Silva, Fernando Henrique Cardoso y el local César Gaviria deberían estar en los próximos días en Caracas para convencer al presidente Nicolás Maduro de aceptar algunas demandas de la oposición. Si la iniciativa de Juan Manuel Santos no madura y queda verde, los dirigentes políticos colombianos como Enrique Peñalosa lamentarán públicamente el fracaso en aquietar los ánimos políticos en el vecino país. Pero, íntimamente, el candidato de Alianza Verde percibirá que la posibilidad de dar el batacazo en las urnas no es puro realismo mágico.

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Bolivia- Propiedad privada o autogestión. por Osvaldo Drozd (para "conjeturando.blogspot.com" y "Miradas al Sur" del 30-03-14)


Empresas con problemas podrían convertirse en empresas sociales, al estilo de las recuperadas en la Argentina.
Que ciertos sectores empresariales alienten la lógica de la capitalización financiera en detrimento de la capitalización productiva no es nada novedoso en los países de la región, mucho menos en Bolivia. En ese escenario, la quiebra y el vaciamiento aparecen –para ellos– como una opción ventajosa y rentable. Para los trabajadores, en cambio, las ventajas de los empresarios serán una verdadera tragedia, de no encontrar una forma efectiva de contrarrestar esas maniobras especulativas.
Víctor Quispe Ticona, dirigente de la Confederación de Trabajadores Fabriles de Bolivia, alertó que en su país se habrían detectado alrededor de una docena de empresas que estarían enfrentando problemas financieros, poniendo en riesgo unos 600 puestos de trabajo, si las mismas entrasen en quiebra. En tal sentido, Quispe sugirió que esos establecimientos podrían transformarse en empresas sociales, de un modo bastante similar a lo que en la Argentina son las empresas recuperadas por sus trabajadores.
Por su parte, Vitaliano Mamani, secretario de Relaciones Internacionales de la misma confederación, dijo el sábado 15 que están en la mira varias empresas “abusivas” que no cumplen sus obligaciones con los trabajadores, por lo que desde el sector planean convertirlas en empresas sociales, en aplicación del Decreto Supremo 1754. “Tenemos empresas que están cerradas, para poder reactivar. Se necesita una reglamentación a la ley que ya tenemos, en la constitución de empresas sociales, como también hay empresas privadas que están con juicio laboral, y varios trabajadores, en defensa de su fuente de trabajo, están en la cárcel, entonces, todo eso tenemos que verlo con el Ministerio de Trabajo, y, una vez que tengamos la reglamentación, vamos a tener la lista de todas aquellas empresas que pasarán a manos de los trabajadores”, le dijo Mamani al periódico Correo del Sur de Chuquisaca, señalando que una de las empresas que incumplen con los trabajadores es el ingenio San Aurelio, porque despidió a varios trabajadores y no pagó el segundo aguinaldo de acuerdo con la norma establecida. “Tenemos en Santa Cruz el ingenio San Aurelio, que no respeta el fuero sindical y ha despedido a varios trabajadores” dijo, agregando que igual que en ese caso “hay muchas empresas que están mal administradas en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz y, por lo tanto, tienen que pasar a manos de los trabajadores” enfatizó.
Lo original del proceso de cambio en Bolivia, por no decir lo virtuoso, es que en lo concerniente a la transformación y el desarrollo de su matriz productiva, los intereses de los trabajadores están puestos levemente por encima del de los empresarios. Y no porque se pretenda desterrar al sector patronal, como algunas voces pretenden enfatizar, sino porque lo que se intenta es que no existan los grandes atropellos que históricamente padecieron los trabajadores en el país del altiplano. También, el sector empresarial debe comprometerse con el bienestar general y los intereses de todo el país, y para ello el gobierno de Evo Morales sabe que no alcanza con la declamación y la sugerencia, se necesitan principalmente ciertas normativas institucionales, la sanción de determinadas leyes que hagan que eso sea así. El rol protagónico de las organizaciones obreras es sustancial, para tales efectos, en un ida y vuelta permanente con la esfera gubernamental.
La preocupación de los dirigentes de la Confederación de Trabajadores Fabriles, expresada en las declaraciones recientes sobre la posibilidad de establecer empresas sociales, no surge de un capricho de ellos, sino de normativas vigentes que son parte de la nueva Constitución Política de Estado. El Decreto Supremo 1754, que hace referencia a la conformación de empresas sociales, fue promulgado por el presidente Evo Morales el 7 de octubre de 2013 en ocasión de la celebración del 62º aniversario de la Confederación de los fabriles. La misma es la segunda en importancia al interior de la Central Obrera Boliviana (COB), después de la de los trabajadores mineros, habiendo sido fundada unos meses después de la central, al calor de las históricas jornadas revolucionarias de 1952. El decreto presidencial del pasado octubre, básicamente, plantea que las empresas sociales pueden conformarse ante situaciones en las cuales se da un proceso de quiebra, concurso o liquidación conforme a lo previsto en el Código de Comercio, o en caso de que el proceso culmine. También cuando existieran empresas abandonadas o cerradas de forma injustificada. La constitución de dichas empresas estará sujeta a los procesos de quiebra, y los trabajadores de forma voluntaria podrán establecer como forma de pago de la nueva empresa sus acreencias devengadas. Los nuevos propietarios deben asumir la responsabilidad y el riesgo de controlar y organizar la administración del patrimonio de manera colectiva, la gestión y el funcionamiento de la empresa, de acuerdo con un convenio interno recíproco y equitativo, que establezca las responsabilidades de cada trabajador. Por su parte, los ministerios de Desarrollo Productivo y Economía Plural junto al de Trabajo, Empleo y Previsión Social les brindan a los trabajadores autogestionados todo el asesoramiento correspondiente. Vale señalar que el Decreto 1754 se fundamenta en el Artículo 54 de la nueva Constitución Política del Estado, que en su inciso 3 dice que: “Las trabajadoras y los trabajadores, en defensa de sus fuentes de trabajo y en resguardo del interés social, podrán, de acuerdo con la ley, reactivar y reorganizar empresas en proceso de quiebra, concurso o liquidación, cerradas o abandonadas de forma injustificada, y conformarán empresas comunitarias o sociales. El Estado podrá coadyuvar a la acción de las trabajadoras y los trabajadores”.
Los fabriles, desde la segunda quincena de octubre hasta el 31 de diciembre pasado, se abocaron a realizar un censo fabril para conocer al interior de los diferentes establecimientos productivos: la calidad de trabajo, la situación laboral, la incidencia de derechos, cuántos son sindicalizados, quiénes respetan los derechos laborales, el seguro a largo plazo y otros temas que, según el gremio, les servirán como base para discutir con el gobierno y establecer planes a futuro, ya que de hecho, al mencionado decreto ellos tienen estipulado comenzar a implementarlo en abril.
Los empresarios ponen el grito en el cielo. La Federación de Empresarios Privados de La Paz (Feplp), tras las declaraciones de los dirigentes fabriles, consideró a las mismas como una incitación a destruir la seguridad jurídica, y que generan “incertidumbre” en las inversiones ejecutadas en diversos ámbitos de la actividad económica del país. Luis Urquizo Valdivia, presidente de la Feplp, manifestó el viernes 14 su preocupación frente a la que consideró como una amenaza de los trabajadores fabriles, convertir 12 fábricas del sector privado en “empresas sociales”, con el pretexto de que estuvieran en quiebra o en problemas financieros. Además, la cámara empresaria cuestionó los permanentes incrementos salariales y el doble aguinaldo dispuesto por el gobierno, que según él afectan la capacidad de las empresas. Urquizo dio a entender de esa forma que los supuestos problemas financieros que aquejan a su sector son producto principalmente de las mejoras que los trabajadores tuvieron en cuanto a poder adquisitivo y condiciones laborales. Ya en octubre, tras la promulgación del Decreto 1754, el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Fernando Cáceres, había dicho que el mismo “podría tener como consecuencia nefasta la destrucción de las empresas formales por parte de un incentivo perverso que los empleados y los obreros podrían entender como posibilidad, al establecer para ellos un marco jurídico que posibilite un trabajo en desmedro de la empresa que los cobija”, no dudando en calificar al decreto como “nefasto” y “perverso”.
Si en la Argentina la recuperación de empresas por parte de sus trabajadores surgió como táctica defensiva en un momento de profunda crisis, por el sólo objetivo de conservar la fuente laboral, y al margen de las estructuras sindicales, se podría decir que en Bolivia, en tanto una de las confederaciones obreras más fuertes del país lo toma como política sindical, articulada a la política pública, esto podría convertirse en una verdadera estrategia nacional de saneamiento y desarrollo del aparato productivo.
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sábado, 29 de marzo de 2014

BANDERA FALSA, por Roberto Hernández Montoya (para "Aporrea" del 29-03-14)

Llámase operación de bandera falsa un autoatentado para culpar a un enemigo. En 1964 los Estados Unidos acusaron al Vietnam de un ataque a su flota en el Golfo de Tonquín, lo que «justificó» la invasión y el muertero.
Los Estados Unidos tienen una pulida tradición de bandera falsa. En 1898 el acorazado Maine estalló en el puerto de La Habana, lo que precipitó la guerra de los Estados Unidos con España, con la ganancia para los Estados Unidos de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Si la demolición de las Torres Gemelas no es bandera falsa «se parece igualito», porque sirvió para invadir Afganistán, Iraq, intervenir en Paquistán y aprovechando el envión agredir a Libia, a Siria, derrocar el gobierno ucraniano y dar el golpe guarimbero de Venezuela. Si no fue de bandera falsa igual el complejo industrial-militar se ha ganado unos churupos.
No es de bandera falsa ortodoxa lo que alegan en Libia, Siria, Ucrania, la así llamada Primavera Árabe y Venezuela. Pero también se parece igualito. Es el alegato falaz de que los gobiernos están masacrando a su pueblo y urge una invasión con bombardeos humanitarios. Matar para evitar que maten. El viejo nuevo filósofo francés Bernard-Henri Lévy dijo con un desparpajo impecable que Nicolas Sarkozy tuvo con Libia un «sobresalto ético», lo que lo inclinó a los bombardeos humanitarios y al linchamiento de Gadafi, que ni el Ku-Klux-Klan. Más reaccionario ni el marqués Vargas Llosa. ¿Marqués o conde? ¿Importa?
Esas operaciones producen no solo tragedias sino comedias, de una sola vez. Ya no hay que esperar, Marx dixit, que ocurra primero la tragedia y luego luego la comedia. Como esta: La impresionable oposición guarimbera solicitó la intercesión de Unasur para que el rrrÉgimen cuidara su lenguaje. Ahora hay que tocarle pianito, como me enseñó a decir mi abuela Eulalia. No se puede llamar criminales a quienes ponen guayas o encargan «juguetes» con mira telescópica y silenciador, sino algo así como personas sutilmente impulsivas. Supongo. Ponle.
Está bien. Hay que enternecer el ambiente. Lo que los jefes gringos de la oposición guarimbera quieren es crispar el escenario como parte de su operación de bandera falsísima. Hay que sacarle presión a la olla. Me la calo en aras de la paz. Total, decía Yasir Arafat, la paz hay que concertarla es con el enemigo.
La oposición siempre criticó el lenguaje «violento» de Chávez, que causó Golpe de 2002, Paro de 2002-3, Quinta Daktari, bomba a Danilo Anderson, guarimbas de 2004 y de 2014, incendios, muertes por emergencias médicas atascadas, quema de universidades, ataques a Metrobuses, a refugios de damnificados, a centros de rehabilitación de infantes con discapacidad, asesinato de 37 personas (al momento de escribir esto), tala de 5000 árboles, apagones, parálisis de la economía, acaparamientos, paramilitarismo, amenaza de sanciones y solicitud de invasión gringa, etc., etc. Todo por no usar el lenguaje dulce de, ponle, Rómulo Betancourt o de la excelentísima señora Embajadora Alterna.
Por eso me parece tan raro que a hombres de hablar tan atildado como Salvador Allende y Rómulo Gallegos los trataran como los trataron. Raro, ¿verdad?


Roberto Hernández Montoya

Licenciado en Letras y presunto humorista. Actual presidente del CELARG y moderador del programa "Los Robertos" denominado "Comos Ustedes Pueden Ver" por sus moderadores, el cual se transmite por RNV y VTV.
 roberto.hernandez.montoya@gmail.com      @rhm1947

Visite el perfil de Roberto Hernández Montoya para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.

EL GOLPE DE ORDEN Y PROGRESO, por Carlos Sprei (para "Miradas al Sur" del 23-03-14)


Año 7. Edición número 305. Domingo 23 de Marzo de 2014
 
 
Miradas al Sur inicia una serie de tres notas sobre la dictadura que asoló a Brasil durante veintiún años.
En ocasión de cumplirse los 50 años del golpe de Estado Cívico-Militar en Brasil, la sociedad brasileña impulsa desde distintos ámbitos una serie de debates que permitan reflexionar sobre sus causas y avanzar en sus conquistas democráticas. Llamado por los sectores conservadores la “Revolución del ’64”, sus continuidades y rupturas son una referencia para la construcción de la sociedad democrática actual. La dictadura reprimió, exilió y mato opositores. Pero cabe indagar: ¿ella apenas reprimió? ¿En qué medida y con qué orientación, consiguió también modernizar el país? ¿Y cómo las marcas de esa modernización todavía permanecen actuales como fragmentos incrustados en la Nación? Esta serie de artículos que tendrán secuencia en las próximas ediciones de Miradas al Sur se propone abordar los diferentes aspectos socio-económicos por los que transitó la dictadura brasileña y su impacto en el contexto latinoamericano. La memoria de la cruel represión, los casi 15.000 presos, y un numero todavía no bastante claro de exiliados, muertos y desaparecidos, despierta la conciencia de la anestesia social que instaló el régimen dictatorial y promueve la construcción por memoria, verdad y justicia.
El pasado nunca pasa. El banco Itaú, segundo mayor conglomerado financiero de Brasil, también presente en la Argentina, decidió regalar a sus clientes para final de año una agenda de 2014. Un regalo usual pero siempre práctico y bien recibido. La sorpresa fue cuando los inadvertidos clientes descubrieron en la agenda que el día 31 de marzo estaba destacado en color naranja, el color oficial de la institución financiera, como “Aniversario de la Revolución de ’64”. Nada como la memoria en su correcto lugar. Olavo Setubal, fundador de la institución, consolidó el grupo financiero durante la dictadura. Por sus buenos contactos con el régimen, fue designado intendente de San Pablo de 1975 a 1979. Los parcos pedidos de disculpa sirvieron como una torpe justificativa para retirar las agendas de circulación. La eterna transición brasileña encierra los misterios de cómo la sociedad civil se relaciona con sus fuerzas armadas, un club dedicado a albergar a los peores torturadores, asesinos y ocultadores de cadáveres. Nunca, ninguno de ellos fue juzgado en Brasil y jamás los sectores corporativos que estimularon, apoyaron y financiaron el golpe, vinieron a público con un pedido de disculpas. El año pasado, después las gigantescas manifestaciones durante la Copa de las Confederaciones, el diario O Globo publicó un comunicado donde se arrepentía de su apoyo a la “Revolución del ’64” y consideraba un error editorial del grupo haber llamado un Golpe de Estado de Revolución. Rápidamente, el Club Militar le respondió con un comunicado, Titulado “Error un huevo!!!”, donde demostraba que no se trataba de un error y sí de un consciente apoyo recíproco que permitió al grupo ocupar el lugar dominante que ostenta actualmente.
El Golpe de ’64. El apoyo de Washington para “Restaurar el orden y evitar el comunismo”. La revolución cubana cambió para siempre el rostro y los horizontes de América latina. Su asenso al poder el 1 de enero de 1959 produjo rupturas y cambios a la izquierda y a la derecha del continente. Para los partidos y organizaciones de izquierda, para las organizaciones populares de cualquier signo, se abrieron nuevas posibilidades antes impensadas. Ahora se podía luchar y construir la revolución socialista solamente a partir de la voluntad. Nada se interponía entre los deseos y la realidad. Ya no se dependía más de las condiciones objetivas para hacer la Revolución. Las urgencias revolucionarias pasaban a ser otras, la isla se transformó en el paradigma del nuevo socialismo y de la resistencia al imperio. Nunca más lo que era, volvería a ser. Cuando los barbudos de Fidel y el Che entraron en La Habana, el mundo observaba con admiración y simpatía, estos jóvenes utópicos, idealistas y determinados. Para los Estados Unidos las dudas iniciales sobre los objetivos de la revolución estaban teñidas por su apoyo incondicional a burdeles, casinos y al ejercicio de la dominación económica en Cuba, así la prudencia indicaba que las cosas se irían a acomodar con el tiempo. Pero la historia pasaría a tomar un nuevo camino que muy pocos habrían previsto algunos años antes. Y el Imperio poco esperó. Los nuevos rumbos de la Revolución, al decretar la nacionalización de las empresas y la reforma agraria, señalaron rápidamente espacios antagónicos. Estados Unidos iniciaba en 1961 el durísimo embargo económico que persiste hasta hoy y participó del truculento accionar de la CIA en el desembarco de opositores cubanos en Playa Girón, ataque repelido e inmortalizado en una bella canción de Silvio Rodríguez. Estados Unidos volvía a la carga. Crisis de los misiles de por medio, los paseos del Che por la región durante la Conferencia de la OEA en Punta del Este en agosto de 1961, acabaron por generar un desequilibrio total en Argentina y Brasil. Frondizi ,desoyendo consejos recibe al Che en Olivos después de la conferencia. El encuentro selló su destino. Tiempo después será destituido por los militares que ponen a Guido en el sillón de Rivadavia. Janio Quadros electo presidente de Brasil en 1960, también se encuentra con el Che. Y también fue obligado a renunciar. Fue un agosto “caliente” que separó definitivamente los caminos de El Che y de Kennedy. En Brasil, el vice de Janio Quadros del partido laborista de Getulio Vargas, João Goulart, conocido como Jango, estaba en esos momentos en una misión diplomática en China. En Brasil en esos tiempos, la elección del Presidente y Vice se votaba por separado por mayoría simple, lo que explica sus diferencias y bases políticas divergentes. Los ministros militares intentaron impedir su ascenso como presidente, ya que por sus orígenes representaba una amenaza para los sectores más conservadores. Tras duras negociaciones y una intensa agitación popular impulsada por su cuñado, el gobernador de Rio Grande Do Sul, Leonel Brizola, a través de la “Campaña de la Legalidad”, en la cual moviliza el Estado en defensa de Jango, consigue que el vice asuma aceptando en el futuro el establecimiento de un régimen parlamentarista. Entre el 8 de septiembre de 1961, cuando Jango es aclamado como presidente de Brasil, y el 31 de marzo de 1964, el país atraviesa un período signado por la presión norteamericana, fruto de los temores de que su gobierno siguiera los pasos de Fidel y la intensa movilización interna de apoyos y repudios a su gestión. Tomaban el poder los herederos de Getulio Vargas, a 6 años de su suicidio, acosados por las fuerzas de la reacción interna y externa. El imperio se preparó para evitar nuevas sorpresas y guiños a la izquierda. La lección de Cuba ya bastaba.
Brasil era y continúa siendo un socio vital para los Estados Unidos. Lo fue durante la segunda guerra mundial, cedió territorios en Natal para instalar sus bases militares, aéreas en el Amazonas, para instalar fábricas dedicadas a suplir el esfuerzo de la guerra y mandó sus tropas a luchar en el continente europeo, por lo tanto, un aliado incondicional y tanto. Estados Unidos, antes de desembarcar en Normandía ya había desembarcado en Brasil. En 1964, la economía brasileña estaba debilitada con una inflación de 5% al mes, con crisis en la balanza de pagos y la constante acción desestabilizadora de la CIA, revelada y confesada, tiempos después, por las grabaciones inéditas hechas públicas por la biblioteca Kennedy y disponibles en su página web.
Especialmente es central el audio de la reunión que mantuvo el presidente Kennedy con su embajador en Brasil, el 7 y 8 de octubre de 1963, donde lo indaga si es necesario actuar militarmente. El embajador finaliza el diálogo diciendo: “O Goulart abandona su imagen de izquierdista y todo se resuelve pacíficamente. O tal vez no de forma tan pacífica y lo sacamos del poder contra su voluntad”. Como muestra, basta un botón. Según el historiador brasileño Moniz Bandeira, se calcula que más de 5.000 militares americanos ingresaron al país disfrazados de religiosos, periodistas, comerciantes, miembros de Peace Corps, etc. Al mismo tiempo, las corporaciones americanas se plegaron a este esfuerzo, negándose a negociar en las huelgas, ya que por aquellos tiempos, no se aceptaban los aumentos de salarios, era la época de fijar factores de producción baratos y de la eliminación de la resistencia sindical. Y Jango se oponía a la intervención armada en Cuba, su política externa estaba orientada en la defensa de los principios de autodeterminación. Ante las dificultades que enfrentaba en el Congreso para implementar las llamadas reformas de base, las reforma agraria, urban, bancaria, universitaria, llama a lo que fue su último gran acto popular, “Los Comicios de la Central” (estación ferroviaria) en 13 de marzo de 1964, acto que reunió más de 150.000 manifestantes en su apoyo. Era la señal que bastaba para que los sectores civiles, empresarios y políticos implementaran el Golpe de Estado. La intensa radicalización vivida por esos días era conducida por Leonel Brizola, líderes sindicales y el legendario Luis Carlos Prestes, del Partido Comunista Brasileño. Días después, Jango se rehúsa a reprimir a los marineros en una huelga por mejores salarios. Su suerte estaba echada. Los sectores conservadores lo acusan de instigar la ruptura de la disciplina de mandos. El 31 de marzo, los militares toman el poder dando origen a un proceso que duró 21 años. Jango se exilia en Uruguay y luego parte para la Argentina donde fallece víctima de un ataque cardíaco en 6 de diciembre de 1976. Actualmente se investiga la causa de su muerte y se supone que fue envenenado dentro de los marcos del operativo Cóndor. A partir de 1968, el régimen pasa a mostrar su peor cara al cerrar el Congreso y suprimir los derechos políticos e individuales como respuesta a las grandes manifestaciones contra el golpe. Es el momento en que los estudiantes, las organizaciones sindicales y político-armadas comienzan las reacciones violentas contra el régimen. Cuba, una vez más, estuvo presente en los acontecimientos como horizonte, modelo e inspiración.
Los medios y los fines. Ayer como hoy, el ataque mediático ocupa un papel central en el sentido de los hechos. La caída de Jango fue festejada en la edición del 1 y 2 de abril del ’64 con titulares de júbilo por los principales periódicos del país. “Se fugo Goulart y la democracia está restaurada” (O Globo);”Multitudes en Fiesta” (Estado de Minas); “Se instaló en el país la auténtica legalidad” (Jornal do Brasil); “Vibrantes manifestaciones en Copacabana para homenajear a las Fuerzas Armadas” (Tribuna de Imprensa). Estas voces reflejan un coro unísono, similar a los retratos de la prensa en Argentina por ocasión del Golpe de Estado del 25 de marzo del ’76. Es innegable la existencia de alguna escuela contrarrevolucionaria o un manual de buenos modales para festejar los Golpes de Estado en ambos países. Detrás de tanta uniformidad, podemos recurrir a un dicho popular brasileño que dice “La unanimidad es burra”.
El prestigioso periodista y analista político brasileño Luis Nassif, ve semejanzas en el papel de los medios durante el golpe de Estado de ’64 y el manejo actual de los mismos de cara a las elecciones presidenciales de octubre de 2014. Días atrás publicó en su blog un alerta sobre la relación de estos y las clases medias. Observa técnicas y objetivos similares tales como despertar odios ancestrales, difamar el poder judicial y al ministerio público, buscar criminalizar la protesta política y provocar una sobredosis de denuncias sobre la corrupción. El autor destaca que por ser la democracia un proceso de inclusiones progresivas es el régimen que genera mayor inestabilidad y temores en las capas medias de la población. Estos sectores sufren y enfrentan con inseguridad el dinamismo social democrático. La inclusión asusta. Desde su lugar ambivalente en la pirámide social se sienten amenazados por los nuevos invitados a la fiesta del consumo. Las clases medias tienen poder pero no votos. Los nuevos incluidos económicos, los trabajadores en su sentido más amplio tienen otros canales de información. Y tienen votos pero no poder. En países como Brasil, socialmente atrasados, cualquier gesto de inclusión sufre enormes resistencias de los sectores más conservadores. Para el autor, el punto en común entre los dos períodos es provocar y estimular el odio contra el gobierno en sectores de la clase media, que según él, serán acciones que se propagarán en razón inversamente proporcional al crecimiento electoral de la oposición al gobierno Dilma. El ataque central será durante la Copa del Mundo y la consigna, los gastos inútiles en estadios con dinero del transporte y de la salud públicos. Para este periodista, hay una guerra de comunicación central, donde los principales medios están en contra del gobierno de Dilma Rouseff.
Mientras tanto, los sentidos sobre el golpe de ’64 continúan en disputa. Marcó el inicio de la dominación autoritaria en el cono sur, luego seguido por la Argentina en 1966 y en la década del ’70, ya con la configuración de un Estado Terrorista, en Chile, Uruguay y nuevamente Argentina. Los principales periódicos del Brasil, en nombre del derecho de opinión publican cartas o artículos de miembros de las tres armas en la reserva, donde destacan los logros económicos y sociales del Golpe, que continúa a ser llamado por ellos “Revolución”. Ningún militar es punido por esta acción. Este sinuoso recorrido demuestra que, todavía, la dictadura brasileña está lejos de ser un asunto cerrado o una transición superada por la historia. Sus legados y significados continúan en pugna.

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  • Un título llamativo y una aparente inocencia. Una operación mediática brillante. El objetivo, borrar las huellas del pasado. La forma, transitar los estrechos límites que separan los horizontes de la memoria y el olvido. La intención, desdibujar el apoyo que el Grupo Globo le brindó a la dictadura durante 21 años y así escapar del banco de los acusados. La estrategia final: sintonizar con las nuevas demandas sociales que pugnan contra el control privado monopólico de los medios. Estos procesos presuponen una limpieza del pasado. Maquillar tanto poder y la forma en que fue construido.
  • En Brasil, mientras la recientemente creada Comisión de la Verdad y la Memoria se apresta a abrir la caja de Pandora que dejó la dictadura militar en ese país, la presidenta Dilma Rousseff le hace un guiño a las fuerzas armadas para descomprimir las tensiones que su creación provocó. Con promesas de asignarles un rol importante en el impulso industrial o el incremento presupuestario y la renovación de armamento, la mandataria brasileña busca tender un puente con los militares.
  • Un hijo del derrocado ex presidente brasileño Joao Jango Goulart, quien murió en una estancia de Corrientes a fines de 1976 supuestamente de un infarto, anunció que pedirá a la Justicia argentina que investigue su posible envenenamiento, tal como denunció un ex agente de inteligencia uruguayo, Mario Barreiro Neira, detenido desde hace más de una década en una cárcel de Porto Alegre por integrar una banda de asaltantes de camiones transportadores de caudales.
  • El Golpe de Estado contra el presidente brasileño João Goulart en 1964 fue significativo en la región porque inauguró un sangriento ciclo de dictaduras latinoamericanas. Ahora, su familia –utilizando como herramienta política al lulista Instituto Presidente João Goulart– está tratando de esclarecer cuáles fueron las verdaderas causas de su supuesta muerte natural, producida en territorio argentino durante el inicio de la dictadura de Jorge Rafael Videla.
  • Al anunciar el pasado martes 10 que pedirá al Congreso Nacional, al Supremo Tribunal Federal (STF) y a la Presidencia de la República el cambio de carátula de la causa por la muerte del ex presidente Juscelino Kubitschek (popularmente llamado JK) el 22 de agosto de 1976, la Comisión de la Verdad de la Cámara Municipal de San Pablo puso en la agenda pública la revisión de los asesinatos de líderes opositores con los que la dictadura cívico-militar (1964-85) intentó controlar la apertura política iniciada durante el gobierno de Ernesto Geisel (1974-79).
  • Cuando el historiador March Bloch sostuvo que la historia “tiene la necesidad de unir el estudio de los muertos con el de los vivos”, propuso unir el tiempo pasado con el presente. Sería un error, decía Bloch, pensar que los historiadores deben realizar sus investigaciones a partir de un orden modelado por los acontecimientos. Si bien pueden realizar una lectura del pasado, muchas veces pueden obtener mayor provecho si comienzan a leer la historia “al revés”, es decir a partir del presente. El libro La política en armas y las armas de la política.

domingo, 16 de marzo de 2014

PRESENTACIÓN DE "GUERREROS DIGITALES" EN LA BIBLIOTECA "ESTEBAN ECHEVERRÍA" DE LA LEGISLATURA PORTEÑA (21 de marzo a las 17 HORAS en Perú 160)




El 21 de marzo a las 18 HORAS se presenta "Guerreros Digitales" en la Biblioteca Esteban Echeverría de la Legislatura Porteña, Perú 160. 

El libro, concebido y realizado desde las redes sociales, es una bitácora de los momentos políticos más salientes de los últimos años

En la presentación, además de sus tres autores -Perra Intelectual, Adrián Corbella y Gustavo Rosa-, contaremos con la presencia del diputado Pablo Ferreyra.

VER VIDEO  de #GuerrerosDigitales en el programa OTRA TRAMA de Osvaldo Quiroga (TV Pública Argentina) 11-10-13

miércoles, 12 de marzo de 2014

LA HISTORIA SECUESTRADA POR EL POSITIVISMO OLIGARCA, por Martín Guedez (para "Aporrea" del 07-07-11)

La historiografía oligarca siempre robando el protagonismo del pueblo y nosotros como cándidos compinches con la excepción de Radio Nacional de Venezuela. 

La clase dominante sabe bien que para garantizar el dominio de un sector explotador tan minoritario de población sobre las inmensas mayorías de trabajadores y campesinos explotados, masacrados y agredidos sin compasión, necesita ganar la batalla en la mente de los explotados. Debe lograr que el explotado sienta que su rol es justo. Debe apropiarse de la figuración y protagonismo de todos los hechos de profunda significación espiritual y emocional en el alma del pueblo. Este es precisamente el macabro y miserable rol que juega a su favor la disciplina de la historia positivista. Este Bicentenario lucía (aún luce) como una oportunidad histórica para reivindicar el marco de lucha de clases y protagonismo de las masas siempre invisibilizadas de pardos, mulatos, mestizos, negros, zambos e indígenas en la lucha de cinco siglos por la libertad, por la igualdad y la justicia.
Algún esfuerzo se ha hecho en este sentido, De todos nuestros medios ha sido Radio Nacional de Venezuela y sus compatriotas dirigentes: Helena Salcedo, Heida Salcedo, Manuel Lazo, Armando Carías y Marlyn Dalila Cavaniel quienes con más fuerza han impedido este secuestro, pero siento con dolor que la historia oligarca ha vuelto a ganarnos la batalla. Lo hicieron el 19 de abril de 2010 y ha vuelto a hacerlo en esta oportunidad. A pesar de disponer de material suficiente de la mano del materialismo histórico la mayoría de los trabajos han tenido la huella descafeinada, centrada en personajes y fechas, que caracteriza a la historiografía oligarca. Se cuelan, se filtran, se apropian del protagonismo, caemos en la trampa, nos siguen contando la historia que siempre nos han contado, la historia que hicieron “ellos”, la historia en la que el pueblo apenas puso gritos y ruidos. ¡Una Pena!
¡A ver cuando terminamos de entender! La historia de la humanidad, desde la aparición de la explotación del hombre por el hombre, es la historia de la lucha de clases. Todo cuanto acontece está inscrito en este marco. Esa lucha perenne, unas veces transcurre subterránea, casi silente y en ocasiones emerge como un volcán irresistible arrojando el fuego transformador. En forma muy parecida a como ocurre con los sismos: la tierra está en constante movimiento, roces y apretamientos de placas contra placas, de fallas que se mueven, y no las sentimos. La mayoría de las veces las percibimos cuando se produce el rompimiento, el salto cualitativo.
El 5 de julio de 1811, día que debe ser reconocido y declarado como el de la DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA, es uno de esos terremotos. No se llega a los acontecimientos del 5 de julio ni en forma casual ni en forma gratuita. El 5 de julio recoge y reúne un proceso de enfrentamientos y contradicciones alrededor de lo que palabras y conceptos como “Patria”, “Libertad” o “Soberanía” significaba para los distintos estamentos en que estaba dividida la sociedad venezolana de su tiempo. Para unos, patria, libertad o soberanía significaba entonces –como significa hoy, significará mañana y significará siempre- espacio físico donde “progresar” y hacer negocios; libertad para comerciar y producir sin ataduras éticas, o derecho a decidir que hacer y como hacer con lo que es “mío”, con el egoísmo y la avaricia de primero ; para otros, algunos mantuanos progresistas y revolucionarios, pero especialmente para el hombre y la mujer excluidos, explotados, sin derechos… la patria, la libertad y la soberanía significaba el hombre, la mujer, el niño y la niña, con derecho al trabajo, con derecho a la tierra, al cielo, al mar y a los ríos; libertad para no ser esclavizados; soberanía para decidir su destino. En ese mar encrespado de contradicciones se llega al 5 de julio de 1811. Las contradicciones hicieron metástasis. Durante los catorce meses y unos pocos días que van desde el 19 de abril de 1810 hasta el 5 de julio de 1811 las contradicciones se fueron haciendo presente con fuerza irresistible. De un lado, la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII, empeñada en cerrarle el paso a toda forma de independencia que pudiera significar la pérdida de sus groseros privilegios y del otro quienes reclamaban y exigen derechos, libertad y soberanía plena. La pretensión de los sectores privilegiados, ayer como hoy, puede verse en algunos números de la Gazeta de Caracas, medio al servicio del mantuanaje –ayer como hoy: una prensa al servicio de una causa antipatria publicando reclamos y sentencias de muerte contra la “chusma” que se atrevía a pintar en las calles de Caracas reclamos de Igualdad, Libertad y Soberanía.
26 de julio de 1810: “La Junta Conservadora de los derechos de Fernando VII decreta la pena de muerte para los que propaguen rumores sediciosos en contra de la Junta Conservadora o de su amado Fernando VII.
Está claro que los “sediciosos propagadores de rumores”, eran aquellos y aquellas que no podían concebir la independencia patria sin la libertad, sin la igualdad y sin la soberanía plenas. Algunos sectores mantuanos, entre los que destacan Bolívar, Roscio, Ribas, Muñoz Tébar, etc., y especialmente la clase de los pardos ofrecen dura resistencia a las pretensiones conservadoras. El Congreso, en el cual se hacen presente estas contradicciones, se ve forzado, progresiva e indeclinablemente, a tomar posiciones consecuentes con los valores de soberanía absoluta, libertad, justicia e igualdad. No fueron “cambios de opinión” de algunos de estos oligarcas sino un paso atrás ante la presión ejercida por los sectores populares.
El 21 de octubre de 1810, en medio de las cada vez más tensas contradicciones entre la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII y su claro apego a los intereses del mantuanaje oligárquico contra los sectores revolucionarios, llegan a Caracas las noticias de los graves acontecimientos de Quito en donde las fuerzas realistas apresaron a los patriotas y cuando el pueblo intentó liberarlos, veintiocho patriotas fueron asesinados en los propios calabozos, los soldados se ensañaron con los cadáveres, saqueando luego la ciudad y asesinando 80 personas del pueblo, entre ellas tres mujeres y unos trece niños, la población de Caracas se conmovió generando entre los revolucionarios patriotas la inquietud, porque ante tantas vacilaciones y dilaciones aquí pudiera pasar algo similar. El 22 de octubre, ante la presión popular, la Junta Suprema se reunió de urgencia. Al momento de comenzar la reunión faltaban dos connotados miembros: José Félix Ribas y su hermano Francisco José. ¡No podían estar en este espacio dominado por la oligarquía estos dos grandes patriotas! No lo estaban porque encabezaban una manifestación pacífica que se dirigía a la sede de la Junta Suprema y que no por pacífica dejaba de infundir pavor a los mantuanos oligarcas. Cuando llega la manifestación al local de la Junta tomó la palabra Francisco José Ribas, exigiendo a la Junta resoluciones enérgicas. Los miembros de la Junta oyen al fogoso y radical orador y prometen adoptar medidas en defensa de los intereses públicos. Como demostración de sus buenas intenciones decretan honras fúnebres para las víctimas populares en Quito, las cuales tuvieron lugar en la Iglesia de Altagracia. La manifestación continuó por las calles de Caracas gritando sus consignas de independencia, libertad e igualdad y criticando fogosamente la indecisión de la Junta en medio de fogosos discursos de los líderes revolucionarios.
La respuesta de la Oligarquía mantuana presente en el gobierno no se hizo esperar. Considerando que la manifestación había generado un “peligroso escándalo público”, la Corte Suprema en reunión secreta acuerda la expulsión del territorio nacional de José Félix Ribas y de su hermano Francisco José. También se acordó la expulsión del territorio nacional de otro hermano de los Ribas, Juan Nepomuceno y del médico cirujano José María Gallegos. Los cuatro fueron expulsados por “los mantuanos defensores de los derechos de su amado Rey Fernando VII” a Jamaica, aunque todo indica que nunca pasaron de Curazao. Este era el clima de la época entre aquellos para quienes la patria es negocio y los otros para quienes la Patria es humanidad. Las calles de Caracas amanecían con pintas (hoy los llamaríamos “grafittis” para estar en la onda con la semántica delolast) realizadas por los pardos y en general los excluidos exigiendo “Independencia con justicia, igualdad y libertad” Así fue entonces, así es hoy y así será en tanto exista la explotación del hombre por el hombre y la lucha de clases.
Cuando al cumplirse el primer centenario de estos acontecimientos los miembros de la Academia Nacional de la Historia (Esa misma que hoy preside una joya montada al aire de la burguesía apátrida de nuestros días de nombre Elías Pino Iturrieta y quien considera que “El patriota fue Páez y Bolívar un ambicioso aventurero”) debieron dar justificación que lavase la cara a la oligarquía mantuana de modo que ante la historia que se imparte en las escuelas ellos –a pesar de su posición nauseabunda- emitieron una especie de sentencia que cerrase para siempre la discusión según la cual los mantuanos que propiciaban en la Junta Suprema los derechos de “nuestro amado Rey Fernando VII”, no lo hicieron por falta de patriotismo sino por abnegada prudencia, como una estrategia para no escandalizar al pueblo ¡Faltaría más!, en otras palabras el mantuanaje actuó como lo hizo, de espaldas a la patria, pero “estaban preñados de buenas intenciones” La historia no se repite mecánicamente pero…¡cómo guardan parecido los hechos de un tiempo y otro!
Ante semejante exabrupto al castigar –como se hizo- el fuego patrio de los “revoltosos”, el historiador Juan Vicente González dice “Condenándolos sin oírlos, en nombre de la salud pública, ¿no lanzaban al acaso de nuevas revueltas su impopular autoridad? Los que celebran como energía esta medida impolítica, ignoran que la violencia es la energía de los débiles”
Cuando el 5 de julio de 1810 Bolívar regresa de Inglaterra a donde había sido enviado junto a López Méndez y Andrés Bello a gestionar el reconocimiento del nuevo gobierno y solicitar ayuda, anuncia la llegada de Francisco de Miranda. Hacía unos cuatro años que había desembarcado en Coro donde fue repelido, condenado y expulsado por el mantuanaje y la Iglesia Católica en la persona del Obispo de Mérida quien alertó al pueblo de no recibir y rechazar a este “mensajero del demonio”. A lo largo de todo ese tiempo el mantuanaje dominante había sembrado una leyenda de horror sobre su persona. La Junta Suprema se apresuró a decretar su no admisión en el país, pues al estar el país gobernado por una Junta que lo hacía en nombre de Fernando VII, resultaba una contradicción insalvable dejar entrar al país a un venezolano enemigo declarado de la Corona y del Rey Fernando VII. El comandante de la Guaira recibió órdenes estrictas de no dejarlo desembarcar e incluso hubo quienes propusieron darle un cargo diplomático en Inglaterra (eran los más benévolos) a fin de deshacerse de tan inoportuna presencia. Sin embargo, cuando el día 10 de diciembre de 1810 arribó al puerto de la Guaira el bergantín inglés Avón, trayendo a Miranda, una verdadera multitud de pueblo salió a recibirlo. Bajó a tierra patria, Miranda, en medio de vítores, aclamaciones y consignas patrióticas y libertarias. El pueblo humilde lo aclamaba como Padre y Redentor de la Patria verdadera. Ante estos hechos consumados a la Junta no le quedó otra alternativa que aceptar la presencia de Miranda, de modo que en nombre de la Junta el día 12 del mismo mes, dos días después de su arribo arropado por el fervor popular, el Dr. Juan Germán Roscio le envió la autorización para subir a Caracas. Además de “agradecerle” sus servicios soterradamente se le recomendaba al gran Miranda, “permanecer tranquilo, de modo que desvaneciera con su conducta (¿podríamos decir “buena conducta”?) cualquier prevención que hubiese contra su persona. Simón Bolívar junto a uno de los hermanos Tovar lo recibió en su Caracas. El padre Madariaga, quien se había manifestado fogosa y violentamente contra Miranda, ante el hecho consumado de su presencia, fue el único miembro del gobierno que fue a recibirlo en la bajada de la cumbre, recordemos que era ese el camino que unía la Guaira con Caracas en ese tiempo. Bolívar lo albergó en su propia casa y lo puso en contacto de inmediato con los más fogosos patriotas.
Con su presencia Miranda había logrado, al menos por el momento, neutralizar la demonizadora campaña que se había tejido en su contra. La Junta Suprema lo nombró Teniente General y le asignó un sueldo de unos tres mil pesos, mandando a quitar toda la abundantísima referencia que en su contra existía en los archivos públicos. La derecha es sabia a la hora de dar un paso al costado para preparar el siguiente zarpazo. Todo alrededor de Miranda cambia y su prestigio va meteóricamente en ascenso. Él mismo le escribe a Lord Wellesley y le dice “El gobierno y el pueblo de Venezuela me han recibido con grandes aplausos, amistad y afecto, dándome al mismo tiempo compensas cívicas y militares” Todos daban muestras de alegría y afecto hacia el héroe. Sin embargo, fueron los jóvenes revolucionarios los que demostraron más entusiasmo viendo en él un héroe que trabajaría sin descanso por la ansiada independencia absoluta sin tantas dilaciones, dudas y remilgos. Con los jóvenes revolucionarios fue Miranda a la Sociedad Patriótica donde exaltó la necesidad de la independencia absoluta de la patria, noticia tenebrosa para la clase mantuana.
La Revolución de la Independencia primera –la segunda y definitiva se está pariendo- nació bajo el signo inexorable de la justicia y la igualdad. Del mismo modo como los pequeños pasos que se dan en la vida –en los estudios diarios, por ejemplo- conducen al momento de magnífico de la profesionalización de la persona, así los pequeños acontecimientos son imprescindibles para alcanzar los grandes momentos de la historia. Así es la lucha de clases a todo lo largo de la historia. Hay un momento en el cual las cosas pequeñas se acumulan, se hacen indetenibles y la historia pare –con dolores de parto- los grandes acontecimientos que luego recoge la historia como señeros y grandiosos. El 5 de julio de 1811 se gestó dentro del cuadro de contradicciones de clase que es el motor de la historia, del mismo modo que el 4 de febrero de 1992 se gestó este grandioso movimiento emancipador que hoy vivimos. (Sería bueno que nos enterásemos de una buena vez todos y todas, porque así es la historia de los pueblos, esa que prefieren olvidar y que tan poco, tan poco, gusta a la derecha) En aquel momento las fuerzas oligarcas recomendaban calma y obediencia en momentos en que los excluidos reclamaban rebelión contra la usurpación. La derecha mantuana recomendaba la sujeción al marco jurídico –exactamente igual que hoy- cuando de lo que se trata es de forjar un nuevo Derecho del Pueblo. Invocaban normas y principios morales (recordar que Moral viene del latín mores, que significa “costumbres”) cuando se trataba de romper con la aceptación antiética de la esclavitud del hombre por el hombre. Sugerían –ladinos como sólo ellos pueden serlo- a voz bajita y entre susurros lo que tenía que ser gritado a los cuatro vientos con pasión sagrada. Recomendaban caminar con prudencia cuando el tiempo exigía saltar con abnegación y valentía. Todo era prudencia, legalidad y sagrada obediencia a Dios y sus representantes, cuando el momento demandaba arrojo, irreverencia y lealtad sólo a la Patria Soberana, igualitaria y justa.
De nuevo Juan Vicente González, quien nunca fue precisamente un historiador adscrito al materialismo histórico, nos regala un retrato fiel del momento y de las pasiones que se vivían en el seno de la Sociedad Patriótica en contraposición con la sumisión que habitaba en la Junta Conservadora dominada por el mantuanaje “Miranda había traído la idea de París, tierra clásica de tumultuarias asociaciones; Bolívar la fundó, llevando a su seno a los amigos de la independencia. Ribas la popularizó, le dio sus varoniles pasiones y tendencias, la hizo inflamar y hervir como el Etna. Nacida en medio de los peligros de una conspiración inmensa, la Sociedad Patriótica constituyó una legión activa, de desconfianza suma, de rencilloso espíritu, que de todo se alarmaba. Fue su destino ensayar al pueblo en la República… ser estímulo de los poderes públicos y la palanca de la Revolución”
Esta Sociedad Patriótica debe ser entendida como el primer partido político revolucionario fundado en Venezuela. La Sociedad Patriótica pudiera haber nacido con la creación el 14 de agosto de 1810 de la Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía. Antes había existido una creada por el Rey Carlos III, el mismo que creó la Capitanía General de Venezuela en 1777, cuyo nombre era “Sociedad de Economía y Amigos del País”, que se reunía en la misma cuadra de Caracas que hoy lleva –por eso mismo- el nombre de Esquina de Sociedad. Esta Sociedad Patriótica de Agricultura y Economía daría paso a la simplificación de Sociedad Patriótica, pasando a discutir temas casi exclusivamente políticos. Todo indica que fue Bolívar quien impulsó este cambio luego de su regreso de Inglaterra.
Francisco Javier Yanes, hace referencia a esta Sociedad Patriótica del modo siguiente: “Habíase establecido en la capital una sociedad con el dictado de patriótica, cuyos promotores y primeros directores fueron el general Miranda y el coronel Bolívar, y los asuntos de que se ocupaba eran los derechos y deberes del ciudadano, los principios constitutivos de los gobiernos y aquellos que trataban en el Congreso. El calor y entusiasmo con que se hablaba de libertad e igualdad de los hombres aumentó considerablemente el número de socios, de todas clases, estado y condiciones… (Fueron acusados por miembros del Congreso de que) … la Sociedad Patriótica era una reunión de jacobinos y propusieron su supresión… Entonces aparecieron pasquines y se regaron en la ciudad volantes (los medios de manipulación de la época) en los que se decía que el gobierno, dirigido por las opiniones de Miranda y la Sociedad Patriótica, tenían un plan para arrancar por donativos o empréstitos una parte o el todo de sus bienes a ciertas clases sociales, para subvenir a las necesidades de la Patria. Así fue que lograron alarmas a los canarios, y avivando cada día con diversas imposturas la desconfianza de aquellos idiotas, los precipitaron hasta el extremo de hacerlos entrar en una horrorosa conspiración” ¿Algún parecido con la carnicería, la moto, el apartamento o la bicicleta que le quitaría a esos idiotas (el calificativo es del patriota Francisco Javier Yanes) la Revolución Bolivariana?, ¿no es la derecha igual de desalmada ayer que hoy?
Otra característica decididamente revolucionaria y denunciadora de la lucha de clases que acontecía en medio de aquel proceso es que sus miembros eran –al principio- sólo blancos, para luego incorporar a mucha gente del pueblo, entre ellos pardos, mulatos y las llamadas “gente de color” En su mayoría la gente de pensamiento revolucionario formó parte de la Sociedad teniendo mucho cuidado con no aceptar godos o mantuanos por no ser partidarios de la independencia sino de la defensa de sus intereses. (Nota Bene: ¡Que bueno sería aprender estas lecciones hoy cuando se pronto nos aparecen Empresarios Socialistas” Válganos Dios ¡Empresarios Socialistas! ¡Tigres vegetarianos!) Llegó a ser tan dramática la contradicción entre patriotas y mantuanos conservadores presentes en el Congreso que llegaron a plantearse la necesidad de eliminar la Sociedad Patriótica o mudar el Congreso a otro lugar donde no “sufriera” la interferencia de los “revoltosos” de la Sociedad Patriótica.
La Sociedad Patriótica, inflamada en patriotismo y valores republicanos llegó a tener un periódico “El Patriota Venezolano” cuya primera edición vio la luz en junio de 1811 siendo dirigido por Vicente Salias y el jovencito Antonio Muñoz Tébar, el mismo que moriría heroicamente en 1814 en la Batalla de la Puerta, al cederle su caballo a Campo Elías. Tuvo su himno la Sociedad en el “Viva el Bravo Pueblo”, mismo que luego sería llamado “Gloria al Bravo Pueblo” e himno de todas y todos los venezolanos. Igualmente tuvo su bandera con los colores amarillo, azul y rojo, en franjas horizontales de mayor a menor, con su escudo de armas; una india sentada en una roca, sosteniendo con la mano derecha un asta rematada en el revolucionario gorro frigio; junto a la india emblemas del comercio, de las ciencias, de las artes, un caimán y vegetales; más allá buques mercantes y en último término el sol asomando sobre el horizonte marino. Así nos lo señala Arístides Rojas “Esta fue la bandera que acompañó a la Sociedad Patriótica cuando, en la tarde del 4 de julio de 1811, fue aquella recibida por el Congreso. Al siguiente día se declaró la independencia de Venezuela” Nótese que la bandera de la Sociedad Patriótica es precisamente la bandera mirandina hoy bandera de la Patria y no la de la Junta, cuya cucarda era “Roja, amarilla y negra con las iniciales de nuestro Rey Fernando” No puede haber duda alguna, por más que la historiografía lo intente, allí están quienes luchaban por la Patria Humanidad y quienes defendían, ayer como hoy, la patria negocio y, para decirlo con las palabras del panita Alí “lo que hacen es manosearla”
La Sociedad Patriótica representó pues la lucha de los excluidos por alcanzar patria con justicia e igualdad. En su seno estaban representadas las ideas más radicales y profundas de libertad y justicia. Dentro de ella había también –como en todos los procesos- los impacientes, los que hoy podríamos llamar los “aceleraditos” ¡Ah, Manuel Brito!, aquellos partidarios de utilizar de inmediato los medios más violentos y audaces para lograr el objetivo. Estos, ante la posición -aún dentro de la Sociedad Patriótica- de quienes llamaban al talento estratégico, al sentido del momento histórico y un cierto grado de mesura, negándose literalmente a asaltar el Congreso, optaron por separarse de la Sociedad. Será el Sacerdote José Joaquín Liendo y Larrea (una especie de Lina Ron de nuestros días) quien encabezará el grupo de los aceleraditos. En la casa de una prima del sacerdote, doña Micaela Delgado, se fundó el llamado “Club de los Sin camisa” ¿Verdad que nunca nos hablaron de ellos? Su nombre probablemente hacía referencia a los sans-coulote de la Revolución Francesa y luego recurrentemente apareciendo a lo largo de la historia revolucionaria de los pueblos es un buen indicativo de la existencia indudable de las contradicciones de la lucha de clases tan delicadamente invisibilizada por la historiografía positivista al servicio de las clases dominantes. Sabemos de la prédica incendiaria del Padre José Joaquín Liendo, lo que nos da una idea clara de cómo era el Club de los Sin Camisa. Fogoso partidario de las ideas de Libertad, Igualdad y Justicia, tenía para España, los españoles y las autoridades imperiales los epítetos más encendidos. El Rey –según Liendo- debía morir y los españoles y los europeos debían ser exterminados. Era un orador insigne y un propagandista a tiempo completo de la Revolución, era un hombre que creía en la Revolución y no se conformaba con nada menos. En una ocasión, en un aniversario del 19 de abril, organizó una manifestación popular y se dirigió al río Guaire portando un retrato del Rey Fernando VII. Lo sumergió tres veces en el agua del río para “ahogar” al rey miserable y luego en medio de peculiares ceremonias enterró el retrato para simbolizar con ello el fin del imperialismo en la Patria Venezuela. Fue este hombre el primero en usar una cinta amarilla en el brazo izquierdo como símbolo de Revolución e Independencia. En una celebración revolucionaria iluminó totalmente su casa y colocó al frente los retratos de José María España y Manuel Gual. En la apasionante aventura de Los Sin Camisa (esos mismos que nunca conocieron nuestros jóvenes estudiantes formados con la inyección de amnesia inducida que los historiadores al servicio de la Oligarquía llaman “Historia de Venezuela” según los programas) cantaban un himno, con algunas variantes la Carmañola Americana, escrita por Cortés de Campomanes para la revolución de Gual y España a la que Landaeta seguramente puso música y cuya letra decía:
Aunque soy un sin camisa
un baile tengo que dar
y en lugar de las guitarras
cañones resonarán.
Que bailen los sin camisa
y viva y viva este son,
que bailen los sin camisa
y viva el son del cañón!

Liendo improvisaba un estribillo para esta canción… hermoso… oigamos…
Yo soy el sin camisa,
yo soy el sin calzones,
porque me los robaron
los españoles
En medio de las luchas patrias, el Club de los Sin Camisa, fue un grupo de revolucionarios superjacobinos salidos de la Sociedad Patriótica de cuya radicalidad y vehemencia patria nunca supimos los venezolanos por los libros de historia. Una pena que en nuestro país tengamos la avenida principal de Caracas llamada Francisco Fajardo en honor a un colaboracionista con la clase que oprimió a su pueblo y en cambio no haya ni un solo recuerdo para el Sacerdote Liendo que murió en medio de terribles dolores prisionero en La Guaira, como atestigua el médico que lo visitó, el Dr. José María Vargas.

Se siguen tensando las contradicciones. El 1ro de Julio de 1811, apenas cuatro días antes del 5 de julio, el Supremo Congreso de Venezuela, presidido por Francisco Javier Yánes, proclama los derechos del pueblo. Nótese la ruptura con “los derechos de Fernando VII” y el rescate del principio de Soberanía por parte del pueblo. Rescate del “principio de soberanía” porque la verdadera Soberanía ha debido esperar doscientos años a la Revolución Bolivariana para adquirir cuerpo y sentido. En todo caso, en su primer artículo dice: “La Soberanía reside en el pueblo, y el ejercicio de ella en los ciudadanos con derecho a sufragio por medio de sus apoderados legalmente constituidos” Sólo una minúscula porción de las personas tenía derecho al sufragio de modo que habría que reflexionar acerca del alcance de esta decisión a la luz del concepto de Soberanía universalmente aceptado de Jean Bodin, en su obra “Los Seis libros de la República”, es decir poder absoluto, perpetuo, imprescriptible e intransferible. De nuevo es claro que esta “concesión” de los sectores privilegiados no llegó por graciosa decisión sino consecuencia de la lucha.
La presencia inmanente de esta lucha de clases soterrada y de estas contradicciones emerge con fuerza irresistible en el discurso del joven Simón Bolívar ante la Sociedad Patriótica. En este discurso, ante las dudas y vacilaciones de sectores del Congreso dice:
“Lo que queremos es que esa unión (la de todos los sectores) sea efectiva para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad; unirnos para reposar, y para dormir en los brazos de la apatía, ayer fue mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso lo que debería estar decidido” y añade:
“… Que debemos atender a los resultados de la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! ¡300 años de calma! ¿No bastan?... Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana, vacilar es perdernos!
Muestra Bolívar en este discurso su compromiso con la libertad de los Pueblos de América. Bolívar muestra el espíritu de lucha nuestro americanista que hoy recorre la espina dorsal del Continente: la libertad y la soberanía de todos los pueblos de América.
Así se llega al 5 de julio. “El Congreso declara solemnemente la Independencia de Venezuela, «en el nombre de Dios Todopoderoso». En el Acta se lee: «Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y la autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo que sus Provincias unidas son, y de hecho y de deben ser desde hoy, de derecho, Estados libres, soberanos e independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus apoderados o representantes ...» El Acta, elaborada por Juan Germán Roscio y Francisco Isnardi, fue aprobada el día 7 por todos los diputados, con la sola excepción del padre Manuel Vicente Maya, diputado por La Grita. Poco a poco la fueron firmando los representantes, hasta que el 18 de agosto se estamparon las últimas firmas. Es por esto que al referirse a la efeméride del 5 de julio no debemos decirse «día de la firma del Acta de Independencia», porque no es verdad. Lo correcto es: 5 DE JULIO. DECLARACION DE LA INDEPENDENCIA. Desde que el ilustre José Gil Fortoul llamó la atención acerca del hecho, es ya un lugar común, en la Historiografía Venezolana, afirmar que los célebres cuadros de Juan Lovera y de Martín Tovar y Tovar que representan "La Firma del Acta de la Independencia" no corresponden estrictamente a la realidad histórica, pues la firma del Acta no se llevó a cabo el día 5 de julio de 1811, sino en una fecha posterior. También arranca de comienzos de este siglo, entre 1906 y 1910, el debate - en el cual tuvo igualmente destacada intervención el historiador larense - acerca de si el Acta de la Independencia que se conserva en el Arca del Salón Elíptico del Palacio Federal en Caracas debe ser considerada como el original del documento o como una copia muy valiosa y auténtica, eso sí, del mismo.
A partir de este momento las contradicciones se extreman hasta alcanzar el máximo insoluble de la guerra civil. Comienza una guerra que, aunque representada en “españoles” y “venezolanos”, realmente se verificó entre patriotas e imperialistas. Venezolanos contra venezolanos, unos al servicio de la patria y otros al servicio de sus intereses y privilegios significados en la monarquía española. No otra cosa fueron las guerras acaecidas a lo largo de la Primera y Segunda Repúblicas, hasta el momento en que la mano y el talento del Libertador convirtieron la guerra civil en guerra de Independencia. Ese es el sentido profundo del tan incomprendido como denostado Decreto de Guerra a Muerte. “Españoles y canarios contad con la muerte…” La percepción suprema del Libertador al advertir el contenido de guerra de clases en todo aquel despropósito, animó y orientó el sentido de los decretos de 1816 y 1817 de Liberación de los Esclavos y “Confiscación y Repartimiento de Tierras”. ¡Tierras y hombres libres! No se le puede pedir al esclavo que luche por los intereses del amo que lo oprime. ¡Tierras y hombres libres fue la bandera de Ezequiel Zamora, años después, luego de enlodadas, traicionadas y arriadas las banderas de Bolívar. ¡Tierra y hombres libres! Es la bandera de la Revolución Bolivariana casi dos siglos después. Por eso hoy gritamos a voz en cuello…¡Bolívar vive, la lucha sigue!, porque aquella lucha es esta. Porque ya basta del secuestro de la historia por la burguesía depredadora.

¡Con Chávez más resteaos que nunca!

martinguedez@gmail.com


Martin Guedez

 

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